Carta II

Aquellas voces que parecían haberse callado, de nuevo gritan en el eco del silencio y sin poder dejar de oírlas retumbando en mi cabeza, tengo que decidir que hacer.

Lo único que me frena es el miedo. Miedo a perderla como amiga, miedo de el qué dirán, pero sobretodo, miedo de que, por enésima vez, me vuelvan a hacer daño.

No quiero que mi corazón de nuevo sangre, pero tampoco quiero estar toda la vida temiendo sufrir. Dicen que una persona que no ha llorado nunca, no puede sentir el cosquilleo de la risa en su corazón. Tengo muchísimas ganas de estar junto a ella, pero no ha cambio de cualquier cosa.

Es una decisión difícil. Quizás desde fuera no lo parezca, pero lo es. Tengo que decidir si de verdad quiero que algo suceda entre nosotros, porque sino todo esto habrá sido en vano.

Se me hace difícil, después de conocer sus dos caras y después de haberla criticado tanto por ello, salir con ella como si nada. No negaré que tengo ganas, pero no se si seré lo bastante fuerte como para hacerlo.

Aún así, ella parece que sólo quiere divertirse, que sólo quiere pasar el rato. Puede que tenga posibilidades de estar con ella, ahora no, pero tal vez más tarde sí. Pero no sé que haré cuando llegue ese momento…

Ahora lo que tengo que hacer es dejarme de preocupaciones e intentar acercarme a ella para ver si de verdad tengo o no posibilidades.

Mi corazón late fuerte cada vez que la ve, pero no sé si por amor o por rencor. Porque otra cosa de las que me frena es que, cuando yo quería no podía ser y, ahora que parece que sí puede ser, soy yo el que no quiero, o al menos el que no quería. En fin, como siempre digo: que pase lo que tenga que pasar.

Perdona por incomodarte con esto, pero para mí es algo importante y quiero compartirlo contigo. Gracias por aconsejarme y escucharme y estar ahí siempre, de verdad. Que haría yo sin ti.

Continuará…